Son las 12:15 de un viernes de enero de 1994. Stephen y George bajan del Monticas que los ha dejado en la plaza principal de Corral de Bustos. Sus blancas camisas, sus cabellos muy cortos, sus pantalones grises y sus biblias les dan un aspecto fantasmagórico. Han viajado más de 4 horas en ese micro sin aire acondicionado desde Rosario para llevar la palabra de Dios a ese lugar perdido. Rosario también es otro lugar perdido, pero eso es otro tema.
Stephen tiene unos 22 años y siempre sonrie. Rara vez pierde la compostura. Ni el más incrédulo de los ateos lo pone nervioso. George tiene unos meses menos pero no es tan osado. Teme que ese grupo de perros que los sigue amenazantes ladrándoles en algún momento se decidan y los ataquen. Son pequeños pero muchos. Y no hay nadie en las calles del pueblo.
Cruzan la plaza bajo el ardiente sol. Una anciana toma un helado con su nietita y los observa con desconfianza desde la famosa heladería "Italia". Famosa y única en el pueblo. Famosa justamente por eso.
Saben que en pocos minutos se encontrarán con el Gato Gomez, cuya hermana, desesperada por los vicios ha pedido (y hecho una más que interesante contribución a tal efecto) que ellos le transmitan la Palabra de Dios.